Presta oído, Señor, a mi oración; atiende a la voz de mi clamor. En el día de mi angustia te invoco, porque tú me respondes.--Salmo 86:6-7 (NVI)
Un poco después de la muerte de mi papá, estuve de nuevo en la clínica donde le vi morir. El sonido de los aparatos a los que estaba conectado, el olor a medicamento, el silencio de la UCI aún retumbaban en mi cabeza. Una semana después me encontraba visitando a un hombre, a quien le habían baleado su esposa y le había prometido que le visitaría cuando mi padre saliera de la clínica. Me deshice en lágrimas cuando me topaba con los médicos y enfermeras, al entrar al ascensor y recordar las tantas veces que subí y bajé desconsolado, el pequeño espacio donde estaba su cama ahora vacío... y todo me recordaba a papá.
Curiosamente siempre he sido llamado a orar por familiares, amigos y conocidos en hospitales y allí, me enfrentaba otra vez a mis angustias y tristezas, y sabía que en mi servicio para Dios estaría confrontado a menudo conmigo mismo y que estaba en mí convertirme o no, en alguien amargado lleno de recuerdos y quizá resentimiento. Oré entonces: «Querido Dios, ayúdame a vencer esta agonía». Decidí que, en vez de sentir lástima por mí , en vez de auto-compadecerme, bendeciría a otros siendo instrumento de bendición.
Al poco tiempo noté un cambio en mi actitud. Ahora le doy gracias a Dios por responder a mis oraciones, y recuerdo con amor y agrado los tiempos con mi viejo. Esos tiempos fueron un regalo.
Ahora cuando de paso voy a alguna clínica, no me afecta... Dios me respondió.
Ahora cuando de paso voy a alguna clínica, no me afecta... Dios me respondió.
3 comentarios:
Amigo...hermosas palabras...bendigo a Dios por tu vida y por el amor que ha puesto en ti para servir a otros..hay un propósito del Señor en cada cosa que sucede...y El que es Soberano si sabia que podrías resistir hasta el final..Tqm, un abracito!
Que bendición por lo que se vive y mas porque se causan efectos muy positivos en nuestra vida..
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