"Señor, delante de ti
están todos mis deseos y mi suspiro no te es oculto". -Salmo 38:9 (RVR)
Muchas veces no nos damos cuenta cuantas veces suspiramos al
día. Lo hacemos al terminar una labor que nos ha exigido trabajo, cuando
recordamos algo o a alguien grato para nosotros, cuando anhelamos una
situación, en un momento triste o también en uno alegre, o simplemente cuando
hemos descargado todas nuestras lágrimas. En todas estas circunstancias de
manera espontánea y a menudo impercibible, suspiramos.
El salmista expone que
nuestros anhelos y hasta ese aspecto mínimo, que sale de nuestro más profundo
ser, es conocido por Dios. ¡Cuán
íntimamente se preocupa El, hasta de los detalles más pequeños de nuestra
vida!. Aún los anhelos que no expresamos en voz alta también son
oraciones ante sus oídos y es que Dios nos entiende mucho mejor de lo que
nosotros mismos nos podemos entender.
Con frecuencia estamos tan ocupados con
la rutina diaria que no detallamos los suspiros, ni nuestros más profundos
anhelos o preguntas personales. Pero Dios si y se deleita en guiarnos en
nuestra jornada espiritual y fortalecer nuestra fe, aun cuando no nos demos
cuenta de ello.
1 comentario:
Muy propicio por estos días Oscar, gracias.
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